jueves, 3 de marzo de 2011

Ernesto Cardenal / Siete poemas de Getsemay, Ky

Fotografía de Anna Kharina
Ernesto Cardenal
SIETE POEMAS DE GETSEMAY, KY
1
Los automóviles van y vienen por la carretera,
frente al noviciado, como las olas del mar.
Se oye el rumor lejano que va creciendo
y creciendo más y más, el acelerar del motor,
el susurrar de las llantas sobre el asfalto mojado,
y después decrece y decrece, y no se oye más.
Y otro motor  a lo lejos vuelve a comenzar.
Como las olas del mar. Y yo corría como las olas
por carreteras asfaltadas que a ningún sitio van.
Y a veces me parece que todavía corro por ellas,
y que es un sueño que ya he llegado a algún lugar,
y no estoy viendo en paz pasar los automóviles
sino que he mirado este lugar distraídamente
desde el efímero automóvil que acaba de pasar.

2
Cuando se encienden los primeros anuncios
y se iluminan las marquesinas de los cines
aquí ya sólo se oyen las golondrinas.
A las 7 p.m. se acuestan los trapenses.
Todavía hay luz como si fuera mediodía
y una luna llena como si fuera medianoche.
Los caballos están callados en la caballeriza.
Los camiones están dormidos en los garages
y los tractores parados delante del granero.
Y sobre el tanque de agua, la luna de aluminio.

3
Es la hora en que brillan las luces de los burdeles
y las cantinas. La casa de Caifás está llena de gente.
Las luces del palacio de Somoza están prendidas.
Es la hora en que se reúnen los Consejos de Guerra
y los técnicos en torturas bajan a las prisiones.
La hora de los policías secretos y de los espías,
cuando los ladrones y los adúlteros rondan las casas
y se ocultan los cadáveres. Un bulto cae al agua.
Es la hora en que los moribundos entran en agonía.
Afuera los primeros pájaros cantan tristes,
llamando al sol. Es la hora de las tinieblas.
Y la iglesia está helada, como llena de demonios,
mientras seguimos en la noche recitando los salmos.

4
No sé quién es el que está en la nieve.
Sólo se ve en la nieve su hábito blanco,
y al principio yo no había visto a nadie:
sólo la pura blancura de nieve con sol.
El novicio en la nieve apenas se ve.
Y siento que hay Algo más en esta nieve
Que no es ni novicio ni nieve y no se ve.

5
Yo apagué la luz para poder ver la nieve.
Y vi la nieve tras el vidrio y la luna nueva.
Pero vi que la nieve y la luna eran también un vidrio
y detrás de ese vidrio Tú me estabas viendo.

6
Los árboles parecen cabelleras de muchachas pelirrojas
y rubias. Las hojas mojadas, rojas y doradas
están cayendo y cayendo, como cabelleras.
Otra vez es otoño. Ha pasado un año rápido
como el tren que pasó pitando detrás de los árboles,
y el avión de plata que pasó volando y ya no vuelve,
y los pájaros que pasan volando, hacia Hispanoamérica.

7
Como latas de cerveza vacías y colillas
de cigarrillos apagados, han sido mis días.
Como figuras que pasan por una pantalla de televisión
y desaparecen, así ha pasado mi vida.
Como los automóviles que pasaban rápidos por las carreteras
con risas de muchachas y música de radios…
Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autos
y las canciones de los radios que pasaron de moda.
Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,
más que latas vacías y colillas apagadas,
risas en fotos marchitas, boletos rotos,
y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.

Ernesto Cardenal
Poesía de uso
Buenos Aires, El Cid Editor, 1979




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