miércoles, 5 de febrero de 2014

Philip Seymour Hoffman / Meryl Streep sabe cómo jugar contigo

Philip Seymour Hoffman

"Meryl Streep sabe 

cómo jugar contigo"

 Los Ángeles 30 ENE 2009


Como actor y como persona, Philip Seymour Hoffman sólo desea un poco de originalidad. Él la busca continuamente en su trabajo, saltando entre personajes tan diversos como el periodista de Casi famosos, el técnico de sonido en rodajes porno de Boogie nights o el cura lascivo deCold mountain. En Capote desapareció por completo en la complicada personalidad del escritor y así se llevó el Oscar. La figura rechoncha de este neoyorquino de 41 años sigue sorprendiendo con cada papel, ya sea el malo de Misión: imposible 3 o el cínico de La guerra de Charlie Wilson. A cambio, pide también originalidad. Que su interlocutor piense que es un actor denso en lugar de gordo, un intérprete capaz de hacer sudar a Meryl Streep, como se planteó el director y dramaturgo John Patrick Shanley cuando le ofreció el papel del padre Flynn en La duda,que se estrena hoy en España. Shanley acertó, como confirman las dos candidaturas a los Oscar de la pareja protagonista.
Philip Seymour Hoffman y Amy Adams
"Es demasiado simplista pensar que actuar es lo mismo que seducir."
Philip Seymour Hoffman 

Meryl Streep y Philip Seymour Hoffman 

Pregunta. ¿Qué es lo que tiene Meryl Streep?
Respuesta. Una gran imaginación y una gran humanidad. Sabe cómo jugar contigo y siempre juega duro. Pero si todos los actores te dan algo trabajando, ella te da más que nadie.
P. ¿Pique profesional?
R. Los actores no competimos. Si caes en ese pique tu interpretación será nefasta. Es imposible un buen trabajo sin el apoyo de tus compañeros. Hay quien dice que actuar es como hacer el amor. Tampoco estoy de acuerdo. Es demasiado simplista pensar que actuar es lo mismo que seducir.
P.
La duda, adaptación de la obra teatral del mismo título, nunca aclara el comportamiento de su personaje. ¿Tuvo dudas antes de aceptar?
R. No, no. Había visto la obra aunque nunca había pensado en ella como un filme. Es una gran obra de una gran sencillez aunque, vista a posteriori, con grandes momentos cinematográficos. Sé que existe una larga tradición de convertir en engendros las mejores obras de teatro. Pero éste no es el caso. Y sobre la trama, no te resolveré ninguna duda. Nunca. Destruiría la experiencia cinematográfica. Sin embargo, no es un filme sobre lo que mi personaje ha hecho o ha dejado de hacer. El tema es la acusación.
P. También dice mucho sobre el catolicismo y el comportamiento eclesiástico.
R. Mi educación no pudo ser más diferente. Fui a la escuela pública, no a un colegio católico privado, y lo único que me contaban mis amigos de sus años de monaguillo eran las fiestas que se corrían. Bueno, a veces también hablaban de lo duros que eran las monjas y los curas.
P. ¿Es el teatro su verdadero amor?
R. A excepción de un par de años que me mudé a Los Ángeles por una relación sentimental, he vivido siempre en Nueva York y tiene su razón de ser. Es la capital del teatro. Pero también me gusta el cine. Me gustan las palabras desde antes incluso de aprender a leer. Y la voz. Soy muy consciente, en mis papeles, del tono de voz.
P. Una voz que ha cambiado con los años.
R. Y mi barriga. Y tengo más canas.
P. ¿También tiene más dudas o desde el Oscar se siente más seguro?
R. Como le pasa a todo el mundo, ahora estoy seguro y ahora no lo estoy. La duda siempre está ahí. Y cambiar, claro que he cambiado. Están los cambios obvios, además de los corporales. Soy padre de familia y eso te hace responsable. Envejezco y mi energía y mi cuerpo son diferentes. Pero tengo las mismas inseguridades o la misma certeza en mi trabajo que tenía antes. Depende del momento.

EL PAÍS









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