lunes, 1 de septiembre de 2014

Kate Moss / Novia a la fuga

Kate Moss
BIOGRAFÍA
NOVIA A LA FUGA

Kate Moss ha estado comprometida dos veces -con Johnny Depp y con Pete Doherty- y ahora, por fin, anuncia su boda con el rockero Jamie Hince.

Por Brenda Otero | Abril 2011
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© Getty Images

Para los londinenses es una estampa tan típica como el Big Ben o el cambio de la guardia en el palacio de Buckingham. Kate Moss, con su caminar felino, se abre paso entre un enjambre de paparazzi, mientras regala una equívoca sonrisa de Mona Lisa.
Pero últimamente hay un extra que se cuela en la imagen: un tipo con ojeras y gesto malhumorado, que viste vaqueros pitillo y bufanda y que sortea a los fotógrafos incómodo y con menos agilidad que su compañera. Se trata de Jamie Hince, guitarrista del dúo The Kills, el hombre que ha conseguido que la supermodelo siente la cabeza. Si todo va bien, el próximo mes de julio se convertirá en su primer marido.
Es una tía muy chunga, con muy mal carácter. Me golpeaba en la cabeza y me insultaba (Pete Doherty)
“Él es muy aburrido, no interesa”, decreta Lee Thompson, un fotógrafo del tabloide británicoThe Sun, quien cree que Moss, de 37 años, ha bajado en el ranking de los famosos más buscados desde que se relaciona con Hince.
“Kate Moss siempre vende bien. Pero como sucede con todas las personalidades bajo el ojo público, el interés en torno a ellos depende de las circunstancias —explica Ilan Bass de la agencia fotográfica Big Pictures—. Ahora no existe tanta demanda por sus fotos como antes porque en su relación no hay altibajos ni controversias. Y eso es lo que el público quiere”. Nada comparado al revuelo mediático que causó la relación de la modelo con Pete Doherty, un músico, poeta y heroinómano que había estado entre rejas por desvalijar el piso de su amigo y compañero de la banda The Libertines.
Moss y Doherty eran retratados en festivales de música, exclusivas fiestas organizadas por diseñadores de moda y antros underground. Excesivos y al límite, vivían como unos Bonnie y Clyde del rock. Pero desde que Hince, de 40 años, entró en la vida de la modelo, los fotógrafos pueden considerarse afortunados si los inmortalizan cenando a la luz de las velas en un restaurante de la capital británica o a la salida del cine tras ver El discurso del rey.
¿Qué los mantiene unidos? Aparte del ancla que ambos se tatuaron en la muñeca, no es fácil encontrar puntos en común en la pareja. Él es músico, culto y licenciado en Escritura de Guión Cinematográfico. Un vegetariano que ha vivido en casas okupas en Londres y Berlín y prefiere quedarse en casa paladeando un Côtes du Rhône. Ella es una chica con acento de barrio que, según The Times, posee una fortuna de 45 millones de libras (unos 53 millones de euros). Además, es aficionada a los diamantes antiguos, lleva abrigos de piel de mono y suele ser la última en abandonar una fiesta.
“¿Cómo dijiste que te llamabas?”, bromeó Hince en 2007, cuando Kate se presentó en elbackstage de un concierto de The Kills. A la modelo le entró una risa floja, impresionada por ese rockero arty que le tomaba el pelo. Hince se estaba haciendo el interesante. En realidad se sentía nervioso: se había obsesionado con ella durante años. Amigos del guitarrista recuerdan que una tarde, ojeando una revista, se topó con unas fotos de la maniquí. “Algún día estaremos juntos”, anunció con una seguridad desconcertante. Hince, en esa época, salía con Valentine Fillol-Cordier, una modelo francesa que podría pasar por la hermana menor de Moss.
El momento que el guitarrista estaba esperando llegó cuando la actriz Sadie Frost, ex esposa de Jude Law y mejor amiga de Moss, presentó a la pareja. Frost conocía la debilidad de la topde Croydon por los rockeros y estaba deseosa de que olvidase a su problemático ex, Pete Doherty.


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Las labores de celestina de Sadie Frostfuncionaron y, más de tres años después, cuando la pareja estaba en la cama a punto de dormirse, Hince pidió a su novia que se casara con él. El anillo de compromiso es de diamantes, estilo años veinte. Una réplica del que recibió Zelda Fitzgerald, la mujer del escritor fetiche de la modelo, F. Scott Fitzgerald. El guitarrista estuvo en contacto con el museo Fitzgerald en Alabama, EE UU, para conseguir realizar una copia que fuera lo más fidedigna posible. Kate lo luce feliz, aunque días más tarde visitaron juntos la joyería londinense especializada en alhajas antiguasS.J. Phillips, donde la supermodelo se suele hace regalos a sí misma o se compra las piezas que sus novios no pueden pagar.
A estas alturas, probablemente, Hince ya se ha dado cuenta de que resulta complicado mantener una relación con una de las caras más icónicas de nuestro tiempo. Quienes la conocen hablan de ella como una mujer cariñosa y divertida. Muy táctil, generosa e interesada por quienes tiene cerca. Y destacan su talento especial para animar cualquier ocasión por muy tediosa que sea.
Las mismas personas también describen las peleas de Moss como “tumultuosas”. Si se cansa de alguien, lo desecha sin escrúpulos. “No es mi amiga, aunque pensé que lo era —declaró la ex deMick JaggerMarianne Faithfull, en una entrevista al diario The Times—. Quería leerme como un libro en braille y lo consiguió. Es como un vampiro”. Faithfull sostiene que el estilo de Moss, uno de los más imitados por mujeres de medio mundo, es una copia literal del suyo: “Ahora la veo vistiendo como yo y con chicos que se parecen a Mick Jagger”.
Lillian Berlin, de la banda estadounidense Living Things, asegura que sorprendió a Kate y a su hermano Eve desnudos después de un concierto en Alemania. Por esas fechas la top modelestaba pasando una mala temporada con Hince.
“Es una tía muy chunga, con muy mal carácter”, dijo de ella Pete Doherty, que culpa a los celos de Moss como la causa de su ruptura: “Me golpeaba en la cabeza, me insultaba. Durante los ensayos, ella podía sentarse en las rodillas del productor, pero si yo hablaba con alguien es que estaba teniendo un affaire”. En los círculos musicales cercanos a Doherty, la modelo es considerada como una especie de groupie de lujo, que arrastró al ex Libertines a la frivolidad y lo utilizó para hacerse un sitio en el rock.
Alison Mosshart, la otra mitad de The Kills, es la tercera en discordia en la relación de Moss y Hince. Esta estadounidense dejó su hogar en Florida en 1998 para irse a vivir a Londres con el músico, que hoy la considera “su hermana”. Aunque mantuvieron una relación llena de altibajos, siguen siendo íntimos y hasta hace poco compartían un piso en el este de Londres en el que se hacían fotos tumbados en camas deshechas. “Hemos pasado mucho juntos, tantas peleas, tantas aventuras. Él es la persona a la que le cuento todo. Nuestras vidas dependen el uno del otro”, ha declarado la cantante.

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Sin embargo, lo que verdaderamente saca de quicio a Moss es que Mosshart sea una auténtica rockera, algo que la modelo lleva mucho tiempo intentando. Hasta ahora, lo único que ha conseguido es hacer unos coros en “La belle et la bête”, un tema de Babyshambles, la banda de Doherty. Su talento como corista, sin embargo, es dudoso y, cuando salió a cantar durante un concierto en Florencia, tuvo que abandonar el escenario a causa de los abucheos. Parece que la modelo se muere por colaborar con The Kills, pero Mosshart ha echado por tierra el proyecto de que la top se una al dúo, definiéndolo como “totalmente inapropiado”.
Desde que fue descubierta a los 14 años haciendo cola en el aeropuerto de Nueva York, la fascinación que ejerce Moss siempre ha estado ligada a su aura de chica mala. Precursora del estilo “heroin chic”, acusada de promover la anorexia, en ella siempre hay un punto de peligrosidad que intriga. Ella misma ha admitido que hubo un tiempo en el que “no pisaba la pasarela sobria”. Entre sus amantes no confirmados se encuentran Courtney Love, la viuda de Kurt Cobain, el cómico Russell Crowe —actual marido de Katy Perry— y el príncipe Manuel Filiberto de Saboya.
El público devora las polémicas provocadas por Moss. Puede parecernos mal que Jefferson Hack, el padre de su hija Lila Grace y director de la revista de tendencias Dazed and Confused, fuera apodado La Nanny pero no nos hubiera importado acompañarla en sus aventuras nocturnas. Pocos habrían dejado pasar la posibilidad de observar por un agujero la fiesta de su 30 cumpleaños en el hotel art déco Claridges, inspirada en la novela de Scott Fitzgerald Bellos y malditos, y que supuestamente terminó en una orgía.
Y es que parece inmune al escándalo. Ni siquiera el vídeo con cámara oculta que en 2005 la mostraba consumiendo cocaína con Pete Doherty pudo dar al traste con su carrera. La grabación era brutal: en menos de tres cuartos de hora Moss preparaba 20 rayas de coca y esnifaba cinco, y luego, con su voz aniñada, aseguraba que la skunk [una de las variedades de marihuana más fuertes] “te hace ver el diablo”. Aunque las imágenes publicadas por el Daily Mirror le hicieron perder contratos con Burberry, H&M y Chanel, continuó representando a Rimmel, fue elegida imagen de Calvin Klein y Vogue París le encargó la edición de su número de enero de 2006. También firmó campañas con Roberto Cavalli, Bulgari, Stella McCartney, Longchamp y Virgin Mobile. En 2005 sus ganancias anuales se estimaban en 4 millones de libras (4.7 millones de euros), segun el diario The Guardian. Un año después de la polémica sus ingresos se habían triplicado. Y en 2007 lanzó su propia línea de ropa con Topshop, que le pagó tres millones de libras. Su decisión de hablar en muy contadas ocasiones con la prensa no hace más que aumentar su misterio y su caché.
Hince intenta frenar el lado salvaje de su novia. Prefiere las vacaciones familiares en el sur de Italia y no entiende las escapadas descontroladas como la que hizo con la cantante Lily Allena St. Tropez, en la que se dedicaron a tomar el sol en la cubierta de un yate y a fumar porros frente a su hija. Para contentarle, la modelo ha comprado una casa en el frondoso y acaudalado barrio de Highgate. Con vecinos dramaturgos, actores de teatro y cineastas comoChristopher Nolan (director de Batman y Memento), Moss se ha alejado de los integrantes de la llamada “Primrose Hill Set”, sus antiguos compañeros de correrías.
La musa del fotógrafo Mario Testino estuvo a punto de casarse con Doherty (incluso tenía pensado pedirle al fallecido Alexander McQueen que le diseñase un vestido de alta costura en encaje blanco y negro) y también hizo planes de boda con el actor Johnny Depp, con quien mantuvo su relación más larga hasta la fecha y la que más le influyó.


La modelo que en 1997 acudió al festival de Cannes junto a Depp con un sencillo vestido gris y unos fabulosos pendientes de brillantes del siglo XIX no era la misma que compraba ropa de segunda mano al peso en los mercadillos de barrio. Junto al actor, había descubierto el amor y el glamour de Hollywood. Además, él le prestaba libros de Truman Capote, de Scott Fitzgerald, de Hunter S. Thompson y de Jack Kerouac y le compraba las joyas de las que se encaprichaba en las sesiones de fotos.
Los paparazzi los seguían por todas partes. Y ellos se encargaban de aumentar el halo excéntrico que les rodeaba dando detalles como que, por ejemplo, llenaron una bañera de champán en el londinense hotel Portobello, o que habían hecho el amor en todas las habitaciones del mítico y decadente Chateau Marmont de Los Ángeles. De 1994 a 1998 formaban la pareja más glamourosa del momento. Cuando él la dejó, la modelo confiaba en una reconciliación. Consideraba que estaban predestinados a permanecer juntos. Pero cuando se enteró de que la cantante francesa Vanesa Paradis, tan menuda y estilosa como ella, estaba embarazada del primer hijo de Depp supo que la historia había acabado. Y eso le rompió el corazón.
Ahora no existe tanta demanda por sus fotos como antes porque en su relación no hay altibajos ni controversias. Y eso es lo que el público quiere (Ilan Bass)
¿A la tercera va la vencida, Kate? La fecha de la boda se ha fijado para el 2 de julio. De cara a la galería ella asegura que no ha preparado nada, porque “no es muy de organizar”. Pero probablemente esté ya pensando en todos los detalles. Sus amigos imaginan una boda campestre e informal celebrada en el cottage que tiene en la campiña inglesa, en la zona de los Cotswolds. Sería una fiesta de aires hippies, con flores salvajes, invitados descalzos y música en vivo. Algo similar a la gran boda de Angie, la hija de Keith Richards, en la que la novia terminó con el vestido destrozado y donde Moss disfrutó de lo lindo.
Se ha especulado mucho sobre quién le diseñará su vestido de novia. Candidatos no le falta, pues en su círculo íntimo están los modistos más importantes del mundo. A principios de este año Vivienne Westwood, amiga de la modelo desde hace 15 años, declaró: “Va a diseñar el vestido ella misma. Ha lanzado su propia línea y entiende de ropa. Sabe lo que está haciendo y no necesita mi ayuda”. Al final, sin embargo, Moss ha decidido que sea John Galliano quien la vista. Al gibraltareño le sobra tiempo para hacerle el traje: Dior lo suspendió de empleo en febrero pasado cuando lo detuvieron por hacer comentarios racistas y antisemitas en un bar parisino.
Al margen de qué lleve al final, quienes la conocen todavía no las tienen todas consigo y no creerán que se casa hasta que la vean, con sus propios ojos, caminando hacia el altar. ¿Acabará la impredecible Kate siendo la señora de Hince? Todo puede suceder antes del verano.

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