martes, 12 de septiembre de 2017

Jonathan Littell / Las benévolas / Reseña



Jonathan Litell
LAS BENÉVOLAS
Reseña


Cuando cerré ayer la última página de esta ingente novela, convertida en libro del año en Europa, creo que sentí alivio. No es esta una buena señal para mí como lectora. Cuando termino libros que me apasionan siento tristeza, nunca alivio. Pero en el caso de Las benévolas es imposible no sentirlo, dada la carga de dolor, de violencia, de aberración que esconde en sus casi mil páginas. La novela, bien es sabido, narra la historia de un nazi de las SS, el oficial Aue, cultísimo y con grandes ideales al inicio de su trayectoria. Ya desde el maravilloso prólogo Maximiliam Aue nos deja clarísimo que no busca redención. Mira al lector a los ojos y le pregunta directamente si cree que él hubiese sido diferente a esos cientos de miles de alemanes que mataron, o a esos millones que cerraron los ojos. Primer toque de atención. Nos creemos moral y éticamente superiores a cualquier asesino, a cualquier bárbaro. Aue nos asegura que no lo somos, que, simplemente, hemos nacido en otro espacio físico y temporal. Y lo cierto es que, a medida que avanzaba en la lectura de esta novela, comprendía que quizá Aue tenga razón. Sólo así puede uno comprender cómo tales cotas de barbarie pudieron llegar a darse en tan corto período de tiempo. Bastan estas cifras que aporta el propio autor en el prólogo:


Muertos soviéticos 20 millones
Muertos alemanes 3 millones
Subtotal (guerra del Este) 23 millones
Endlösung 5,1 millones
Total 26,6 millones. No hay que olvidar que 1,5 millones de judíos se contaron también como muertos soviéticos ("Ciudadanos soviéticos muertos por el invasor fascista", como indica de forma tan discreta el extraordinario monumento de Kiev)


26,6 millones de personas muertas en una sola guerra. Para llegar a semejante cifra no era suficiente con seguir a un visionario: había que estar rematadamente loco. Y esto es, precisamente, lo que el personaje de Littell desmonta. Nos presenta al típico nazi (demasiado típico, de hecho, como si hubiese bebido de todas las fuentes de nuestro imaginario), cultísimo, amante del arte, de la música... y fríamente eficaz.. Si algo hace bien Littell al trazar el personaje es mostrar cómo se convierte en un ser despiadado lentamente. Cómo comienza siendo un oficial SS que .se cuestiona interiormente el trato que se da a los judíos antes de matarlos (ojo, pero sin cuestionar en absoluto que tengan que morir) para terminar envuelto en una orgía de sangre que afectará incluso a su familia y amigos. Y es aquí precisamente donde surge mi duda: ¿Era Aue un psicópata o se convierte en un despiadado asesino impulsado por el mundo en llamas que le rodeaba? Porque este es para mí el quid de todo. Porque si todos podríamos ser Aue, el panorama es desolador.
Hay un momento, más o menos hacia la mitad de la novela, en que Aue valora con otros oficiales de otros cuerpos nazis el modo de mantener más tiempo con vida a los judíos de los campos de concentración. Negocian las calorías que necesita un hombre normal para trabajar, algo más de 2000, y Aue discute con sus compañeros porque sólo a él parece preocuparle que esa mano de obra (nunca los consideran personas) se mantenga con vida. En ese instante, me obligué a apartar la mirada del libro. Hasta yo corría el riesgo de olvidar que hablaban de personas. Quiero decir que Littell utiliza la ingente cantidad de páginas para "anestesiar" al lector, meterle en su mundo de horror y, por decirlo de algún modo, intenta acostumbrarle al pavoroso mundo nazi. Pero, y creo que ahí estriba la diferencia entre los asesinos y nosotros, en ningún momento puedes dejar de leer esta novela sin sentir pavor. Pavor porque un ser humano pueda ejecutar órdenes como aquellas sin cuestionarlas. Pavor porque un ser humano vea morir a miles de personas ante sus ojos sin pensar siquiera que es un error. Esto es para mí lo mejor de este libro, su capacidad asombrosa de transportarte a esos años tenebrosos, a aquella orgía de violencia, con una frialdad tan asombrosa.
Sería injusto no reconocer a Littell su maestría a la hora de documentarse. Este libro es una auténtica lección de Historia. Pero precisamente por ello no termina de parecerme una obra maestra. Da la impresión de que el autor tenía tantos datos que tenía que colocarlos todos en la novela. El personaje de Aue por momentos se hace demasiado forzado, como si hubiese intentado resumir en una sola persona todas las locuras del régimen nazi, escogiendo sin embargo a un oficial aparentemente poco sanguinario. Aue nunca busca la simpatía del lector. Es crudo al exponer sus actos, nunca los justifica, de hecho los vomita con crudeza, casi con chulería. Pero no logra evitar mostrarse como un hombre que a medida que la novela avanza se desnuda para el lector, hasta mostrar su verdadera naturaleza. La del monstruo que en realidad es.
Jonathan Littell



Biografía del autor (Wikipedia): Jonatahn Littell nació en 1960 en una familia de origen judío emigrada desde Polonia a EEUU a finales del siglo XIX. Su padre es el escritor Robert Littell. Hoy en día reside en Barcelona. Su infancia transcurrió en Francia, y sólo dejó este país para ingresar en la Universidad de Yale tras concluir sus estudios de bachillerato en 1985. A pesar de que su familia no viviera de modo directo el destino que tuvieron los judíos en Europa, Jonathan Littell creció con esta historia, que se convirtió en el tema central de su primera obra. Marcado durante su infancia por la guerra de Vietnam, se trasladó, después de haber pasado tres años en Yale, a los Balcanes, que en ese momento están en guerra. Se dedica a acciones humanitarias en el seno de la ONG Acción contra el hambre en la que trabajó durante siete años, particularmente en Bosnia-Herzegovina, pero también en otros muchos lugares del mundo como Chechenia, Afganistán, el Congo e incluso Moscú. En 2001, decide cesar en su labor humanitaria y se dedica de lleno a escribir su primera novela, Las Benévolas("Les Bienveillantes"), un amplio e impresionante fresco sobre la Segunda Guerra Mundial y el Frente del Este, que adopta la forma de las memorias imaginarias de un culto oficial de las SS llamado Maximilien Aue. El libro ganó el premio Goncourt de 2006, y ha sido y sigue siendo un gran (y polémico) acontecimiento literario. Propuesto a cuatro editores francesesdistintos a través de un agente literario británico, el manuscrito fue rechazado por Calman-Lévy, y aceptado por Gallimard incluso antes de que los otros dos hubieran contestado. Uno de los hilos conductores del libro es el mito de Orestes, de ahí el título: Las Benévolas, que se mencionan además de forma explícita en la última línea del libro,en la frase: "Las Benévolas habían dado con mi rastro.", Las Benévolas son las Euménides -que dan título a la obra de Esquilo-, la otra cara de las Erinias, o las Furias, que en la Antigüedad perseguían a los criminales. Se las nombra en el título y en la última frase, pero aparecen durante buena parte del libro encarnadas en Clemens y Weser, los dos policías de la Kripo que persiguen tenazmente a Max Aue. Su anterior y única obra, Bad Voltage, apareció en 1989 en la editorial Signet Book. Aparecen en este libro muchas referencias a Francia y a autores como Jean Genet y Charles Baudelaire, así como a la ciudad de París. Además, habla en varias ocasiones de las canteras y catacumbas de París. Jonathan Littell, que en el momento de escribir esa novela contaba sólo con 22 años escribió un ensayo de ciencia-ficción que se desarrollaba en el universo Cyberpunk. También publicó en 2006 un largo y detallado informe acerca de los Servicios Secretos de la Federación Rusa entre 1991 y 2005 (The Security Organs of the Russian Federation - A Brief History 1991-2005) disponible gratuitamente (en inglés) en Internet.


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